Demanda eléctrica sostenible: el motor de la transición energética
La gestión de la demanda eléctrica es esencial para reducir la dependencia de los combustibles fósiles y avanzar hacia un sistema energético más resiliente y sostenible
La transición hacia un futuro más sostenible es, sin duda, uno de los grandes retos a los que nos enfrentamos. Y es en la gestión eficiente de la demanda eléctrica donde está una de las claves para conseguirlo. Así lo considera la Agencia Internacional de la Energía (AIE) cuando prevé (y espera) que, gracias a la imparable expansión de la energía solar y eólica, la mitad del consumo eléctrico mundial se cubr a con fuentes de bajas emisiones antes de 2030.
Sin embargo, a pesar del “despliegue récord de energías limpias” que vive el planeta, la cruda realidad es que dos tercios del aumento de la demanda energética mundial en 2023 han sido satisfechos con combustibles fósiles. Estos, lamentablemente, siguen cubriendo el 80% de la demanda energética a nivel mundial.
Este dato nos recuerda que, pese al avance de las energías limpias, el reto no radica solo en lo que debemos añadir al sistema, sino en lo que debemos retirar. Ya no se trata tanto de sumar más renovables al mix energético, sino de eliminar progresivamente el uso de los combustibles fósiles.
Para ello, es fundamental gestionar la demanda eléctrica y hacerlo de forma que sea satisfecha en lo máximo posible por energías renovables. Este será el verdadero motor de la transición energética. En España, el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) contempla que el 35% del consumo final de energía estará cubierto por electricidad en 2030, siendo un 81% de la misma generada por fuentes renovables.
Sin duda es un objetivo ambicioso, pero, inevitablemente, surge la pregunta: ¿cómo alcanzaremos esta meta? La respuesta la tenemos en la adición a la red de tecnologías de almacenamiento que permitan equilibrar la oferta con la demanda de energía, ya que juegan un papel crucial en la integración de fuentes de energía renovable intermitente. Las ventajas de almacenar energía son diversas, siendo las más importantes la mejora de eficiencia energética, dado que lo que se genera no se desperdicia cuando la demanda no lo satisface, y la reducción tanto de la dependencia de los combustibles como de la presión sobre la red eléctrica.
Ha llegado el momento de pasar de la teoría a la acción e incrementar nuestra demanda eléctrica.
¿Qué es la demanda eléctrica?
La demanda eléctrica es la cantidad de energía eléctrica que los usuarios, ya sean hogares, empresas o industrias, requerimos para satisfacer nuestras necesidades diarias . Este es un concepto fundamental en el sector energético, ya que nos ayuda a determinar la producción y distribución de electricidad necesaria para garantizar el suministro. Por tanto, la demanda eléctrica juega un papel crucial en la planificación y gestión de los sistemas eléctricos.
En otras palabras, es el “apetito” energético de toda la sociedad. Y este apetito no es uniforme, sino que se presenta con distintos patrones y particularidades: varía según la hora del día, la estación del año u otros factores socioeconómicos, lo que la convierte en un elemento dinámico y complejo.
De este modo, podemos distinguir tres tipos de demanda eléctrica:
- Demanda eléctrica “punta o pico”: es la que se da en los momentos de máxima actividad y mayor consumo, como en horas punta o en eventos específicos. Por ejemplo, es la que ocurre en las tardes y noches de invierno por el uso de la calefacción o durante los días calurosos de verano, por el aire acondicionado. Gestionar con éxito la demanda eléctrica en estos momentos es crucial para evitar sobrecargas en la red.
- Demanda eléctrica “base”: es la que se mantiene constante a lo largo del tiempo, y es esencial para la estabilidad del sistema. Algunos ejemplos de este tipo de demanda es la que se da en hospitales, refrigeración industrial o el alumbrado público.
- Demanda eléctrica “estacional”: varía según la época del año. Por ejemplo, la que se produce en invierno o verano, dependiendo de la región o las necesidades de calefacción o refrigeración de cada territorio.
Conocer estos tipos de demanda nos permite a los expertos del sector anticiparnos a los comportamientos de los consumidores, predecir el consumo aproximado de electricidad y, de este modo, ajustar la producción y distribución de energía de manera eficiente.
Además, con una visión a medio y largo plazo, la predicción de la demanda eléctrica también nos ayuda a planear la expansión de la red eléctrica, planificar la producción e integrar de forma eficaz fuentes renovables para satisfacer con garantías las necesidades energéticas de los usuarios.
Importancia de gestión de la demanda eléctrica
Más allá de generar electricidad a partir de fuentes renovables, gestionar la demanda eléctrica de forma inteligente y mediante la electrificación de sectores clave es un objetivo prioritario para lograr una verdadera descarbonización y una transición energética eficaz.
Según un análisis realizado por la consultora Aurora, la falta de demanda eléctrica y de las redes adecuadas para aprovechar la electricidad generada por energías renovables produjo unas pérdidas de alrededor de 2.100 millones de euros en 2023. Detrás de este derroche está el lento desarrollo tanto de las redes eléctricas como de la electrificación de la economía.
Es necesario electrificar sectores clave de la economía, como la industria, el turismo o el transporte, para que el 35% del consumo final de energía sea cubierto por electricidad en 2030
Y es que, a pesar de contar con energía eléctrica generada de forma sostenible, el uso de energía producida a partir de combustibles fósiles sigue predominando. No nos olvidemos: el reto es reducir este consumo e incrementar el de electricidad generada con renovables. Si lo conseguimos, los beneficios serán exponenciales:
- Protección del medioambiente y mitigación del cambio climático. Cada kilovatio-hora generado por fuentes como la solar o la eólica en lugar de combustibles fósiles es un paso hacia un futuro más sostenible, ayudándonos a preservar el medioambiente y a proteger nuestra salud pública gracias a un aire menos contaminado.
- Mayor independencia energética. Como comprobamos con la invasión de Rusia a Ucrania o con la crisis diplomática vivida entre España y Argelia, la dependencia de los combustibles fósiles importados es un lastre para nuestra economía y seguridad energética. Si aumentamos la demanda eléctrica renovable, seremos menos vulnerables a las fluctuaciones de los precios internacionales del petróleo y el gas, y a la geopolítica.
- Flexibilidad y resiliencia de los sistemas energéticos. La integración de energías renovables en la demanda eléctrica hace los sistemas energéticos más resilientes. Al diversificar las fuentes de energía, disminuimos el riesgo de sobrecargas y apagones, obteniendo un suministro de energía más flexible y estable.
Principales sectores con los que se va a aumentar la demanda eléctrica
Conseguir el incremento del 35% de la demanda eléctrica final, como plantea el PNIEC, no será fácil y requerirá 50.000 millones en infraestructura de redes. Esta inversión permitirá satisfacer una demanda creciente y atender las peticiones de conexión a la red, que ya han alcanzado una potencia de 30,7 gigavatios (GW), más del doble de las solicitudes registradas entre 2020 y 2022.
Sin embargo, este aumento de la demanda eléctrica no es solo un desafío técnico, sino que también es un reto económico y social. Para ello, tenemos que intensificar la electrificación de nuestra economía en sectores clave como:
Industria
El tejido industrial consume el 31% de la energía en España, según el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE). Dentro de este sector, la manufacturera representa el 22% del consumo final de combustibles fósiles en España y es responsable del 21% del total de las emisiones de los gases de efecto invernadero (GEI). La electricidad supone entre el 25% y el 32% del consumo dentro de la industria, lo que muestra un considerable margen para el crecimiento de la demanda eléctrica.
Aunque los retos son importantes, especialmente en la necesidad de mantener precios competitivos, tecnologías como las grandes bombas de calor y las calderas eléctricas ya pueden suministrar calor a las temperaturas necesarias para la producción de papel, procesos químicos y la industria alimentaria.
Turismo
El turismo, que, según HOTREC, genera el 8% de las emisiones globales de CO₂, se enfrenta a su propio desafío de sostenibilidad, con el transporte aéreo como uno de los mayores consumidores de combustibles fósiles. Aquí, la adopción de combustibles de aviación sostenible (SAF), producidos a partir de electricidad renovable, podría reducir el impacto del sector y aumentar la demanda eléctrica.
Del mismo modo, la modernización de las instalaciones hoteleras para emplear energías limpias en climatización, calefacción, iluminación y maquinaria contribuirá al crecimiento de la demanda eléctrica de un sector que, en 2023, registró 85,1 millones de turistas internacionales, un récord histórico que, por otra parte, prevé superarse este año.
Movilidad y puntos de recarga de vehículos
La electrificación del transporte, liderada por la adopción masiva de coches eléctricos, será fundamental para el crecimiento de la demanda eléctrica en los próximos años. Entre las medidas para conseguirlo y minimizar las reticencias de los conductores hacia estos vehículos, tendremos que desarrollar una red de puntos de carga robusta y accesible que cubra todo el territori.
Centros de datos
España se ha consolidado como un destino atractivo para la instalación de centros de datos de las grandes empresas tecnológicas. Microsoft, Amazon, Meta (Facebook) y otras empresas han anunciado la construcción de nuevos centros, que se convertirán en una fuente creciente de demanda eléctrica.
Según diferentes estimaciones, estas instalaciones alcanzarán un consumo estimado de 567 MW de potencia cuando operen al 100%, equivalente al consumo de 160.000 hogares españoles. Es una magnífica oportunidad para incrementar la demanda eléctrica en nuestro país.
Para satisfacer esta creciente demanda eléctrica, tendremos que sacar provecho a las últimas tecnologías de las que disponemos, incluyendo una mayor penetración de las bombas de calor, el desarrollo de infraestructuras de almacenamiento de energía renovable y el impulso por el hidrógeno verde en sectores difíciles de electrificar. Así, será posible no solo aumentar la demanda eléctrica, sino también reducir el uso de combustibles fósiles, avanzando hacia una transición energética sostenible.
Gestión de la demanda: optimizando el sistema eléctrico
A medida que las energías renovables, con su naturaleza intermitente, ganan cada vez más protagonismo en nuestro mix energético, nuestra capacidad para ajustar y controlar el consumo de electricidad según las necesidades y la disponibilidad de generación será cada vez más esencial.
Esta capacidad de administrar eficazmente la electricidad disponible, que es lo que se conoce como gestión de la demanda, nos ayudará a superar los desafíos medioambientales y económicos a los que nos enfrentamos.
En primer lugar, nos permitirá equilibrar la oferta y el consumo , optimizando el uso de nuestra red eléctrica y mejorando la eficiencia energética. Sin embargo, al mismo tiempo, habrá que seguir desarrollando e integrando infraestructuras de almacenamiento energético para aumentar la disponibilidad de electricidad y reducir el desperdicio energético, facilitando la creación de ese sistema energético más sostenible y resiliente que buscamos.
Soluciones y tecnologías para la gestión de la demanda
Una gestión eficaz de la demanda eléctrica no depende solo del buen hacer de los operadores, sino que también involucra a los consumidores. Para fomentar hábitos de consumo sostenible, existen diferentes soluciones y tecnologías que nos están facilitando llevar a cabo esa gestión de la demanda eléctrica.
Por un lado, las tarifas variables son un recurso útil para los consumidores al permitirles ajustar el precio de la electricidad en función de la oferta y la demanda en tiempo real. Esto incentiva a los usuarios a consumir en los momentos de menor coste, generalmente, cuando hay menos demanda, lo que, a su vez, nos ayuda a aliviar la presión sobre el sistema eléctrico.
Además, los denominados sistemas de respuesta a la demanda posibilitan a los operadores de red ajustar el consumo de los usuarios en momentos críticos, reduciendo el consumo en horas punta o aprovechando la generación distribuida en momentos concretos. Aquí, los consumidores pueden participar voluntariamente y recibir incentivos por su contribución a la estabilidad de la red.
También, están ganando popularidad los sistemas de gestión de energía en el hogar gracias a los que los consumidores monitorean su consumo en tiempo real. Con estas tecnologías, pueden programar el funcionamiento de electrodomésticos y equipos para las horas de menor demanda, optimizando así su uso de energía y reduciendo los costes de la factura eléctrica.
Estas son algunas de las soluciones que, sin duda, nos están ayudando y nos van a ayudar aún más en el futuro a gestionar la demanda eléctrica y a contribuir al desarrollo de un sistema más eficiente, resiliente y sostenible.
Impulsando un futuro más sostenible
No nos cansaremos de repetirlo: la demanda eléctrica, especialmente la procedente de fuentes renovables, será el gran motor que impulse nuestra transición hacia un futuro más sostenible.
Una transición imparable que, como bien señala el informe de la Agencia Internacional de la Energía, vendrá impulsada por el crecimiento económico, el desarrollo de nuevas políticas energéticas y la apuesta por la innovación tecnológica.
Y es que, si bien es cierto que España ya ha logrado avances significativos en materia de electrificación y uso de energías limpias ―llegando a cubrir el 60% de su consumo eléctrico con renovables en los primeros seis meses de 2024―, aún queda mucho camino por recorrer.
Por tanto, es hora de que consolidemos todos estos avances y continuemos con determinación nuestro camino hacia la sostenibilidad, donde incrementar la demanda eléctrica es esencial.
Debemos unir esfuerzos para promover la electrificación y el uso de energías renovables. Invertir en innovación, implementar políticas energéticas efectivas y fomentar la conciencia ambiental son solo algunas de las claves para conseguir un futuro más verde, resiliente e independiente.
La transición energética hacia un futuro más sostenible no es solo una responsabilidad de gobiernos y grandes corporaciones; cada uno de nosotros tiene un papel crucial que desempeñar. Y tú, ¿estás preparado para asumirlo?