Transición energética: un futuro sostenible para 2030

parques eólicos transición energética
Susana Sánchez, Técnica de Calidad y Medio Ambiente de SGS en Cuerva
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Transformar el modo de producir, distribuir y consumir energía es fundamental para minimizar la contaminación atmosférica, reducir la dependencia de los combustibles fósiles y avanzar hacia un modelo más sostenible. Este desafío es el motor de la transición energética, un proceso de transformación del sistema energético global que busca sustituir las fuentes de energía convencionales, basadas en combustibles fósiles, por alternativas renovables y más eficientes que garanticen un desarrollo sostenible y resiliente.

Este cambio estructural tiene como horizonte el año 2030, considerado un punto de inflexión en la lucha contra el cambio climático. No en vano, esta evolución global hacia un futuro más verde, basado en fuentes de energías limpias y sostenibles, está estrechamente ligada a los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030. Este compromiso global busca garantizar el acceso a servicios energéticos asequibles, fiables y modernos, al mismo tiempo que refuerza la resiliencia y la capacidad de adaptación frente a los riesgos relacionados con el clima y los desastres naturales.

En paralelo, Europa también ha fijado en 2030 su primera parada en esta transición energética. En concreto, el Pacto Verde Europeo establece que, para entonces, las emisiones en el continente deben haberse reducido un 55% con respecto a los niveles de 1990. En España, además, seguimos trabajando con determinación en la transición energética, tal como demuestra la actualización del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), más exigente en relación con la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero en 2030.

El tiempo avanza, pero el año 2030 es un objetivo inamovible. Para afrontar el reto de construir un futuro más equitativo y resiliente dentro del plazo establecido, serán necesarias grandes inversiones para maximizar la eficiencia energética y potenciar el uso de energías renovables. Según diversas estimaciones, estas fuentes de energía podrían representar hasta un 85% de la generación eléctrica mundial en 2050
Sin embargo, conseguirlo es imposible si actuamos en solitario. La clave está en fomentar alianzas, favorecer la financiación medioambiental sostenible, implementar soluciones innovadoras y apostar por la transformación tecnológica. Y, todo ello, debe ir de la mano con los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la twin transition, la sinergia entre la transición energética y la transformación digital. 

¿Estás listo para descubrir los desafíos que nos depara este camino hacia 2030? ¿Quieres descubrir cómo la digitalización y la tecnología pueden acelerar la transición energética y construir un futuro más sostenible?

El nuevo paradigma: sostenibilidad y transformación digital

El mundo está cambiando a pasos agigantados, y el sector energético no se queda atrás. El mercado actual exige un cambio radical en nuestra forma de entender la energía. Inversores, gobiernos y consumidores clamamos por soluciones que respeten nuestro planeta, mientras que las empresas buscan optimizar sus costes energéticos y adaptarse a unas nuevas regulaciones medioambientales cada vez más exigentes.

Este cóctel de demandas está dando forma a un nuevo paradigma de sostenibilidad alineado con los Objetivos de Desarrollo Sostenible. En la actualidad, la presión por reducir emisiones contaminantes ya no es solo una preocupación ambiental, como ponen de manifiesto los desastres naturales acaecidos en los últimos años, sino también una necesidad económica y estratégica para países y empresas.

En esta transformación energética que vivimos, la digitalización sostenible se ha convertido en la pieza clave. Actualmente, tecnologías como la inteligencia artificial (IA), el internet de las cosas (IoT), el edge computing o el big data nos permiten monitorizar, predecir y optimizar el consumo energético en tiempo real y reducir la huella de carbono. 

Además, esta tecnología sostenible también nos ayuda a mejorar la eficiencia energética y cumplir con las normativas medioambientales. Precisamente por eso y para lograr los objetivos que nos hemos puesto en 2030, necesitamos implementar una estrategia integral que contemple los siguientes cinco puntos:

  • Descarbonización del sector energético. Debemos aumentar drásticamente el uso de energías renovables, como la solar, la eólica o la hidroeléctrica. Si bien es cierto que este punto requiere grandes inversiones tanto en infraestructura como en tecnología, también ofrece oportunidades económicas sin precedentes para regiones comprometidas con la innovación energética.
  • Mejora de la eficiencia energética. Uno de nuestros objetivos prioritarios debe ser el de utilizar menos energía para lograr los mismos (o mejores) resultados. Esto implica desarrollar edificios mejor aislados, vehículos de bajo consumo y procesos industriales optimizados. Aquí, la eficiencia energética no solo reduce emisiones, sino que también disminuye los costes a largo plazo.
  • Creación de un entorno propicio. Los gobiernos deben fomentar la inversión y la innovación disruptiva mediante mecanismos de financiación accesibles. Por ello, las políticas públicas necesitan alinearse con los objetivos climáticos, ofreciendo incentivos fiscales y eliminando barreras regulatorias que obstaculizan la transición energética.
  • Promoción de una transición justa. Tenemos que asegurar que este proceso sea inclusivo. Esto significa proteger a los trabajadores de industrias en declive mediante programas de recualificación y garantizar que comunidades vulnerables van a tener acceso a energía limpia y asequible. Nadie puede quedarse atrás en esta transformación.
  • Aprovechamiento de la digitalización. La integración de tecnologías digitales y análisis de datos resulta esencial en la transición energética. Las redes inteligentes permiten equilibrar oferta y demanda en tiempo real, mientras que los sistemas predictivos optimizan el uso de recursos renovables variables como el sol y el viento.

Aunque esta estrategia la tenemos clara, el camino hacia 2030 presenta desafíos que debemos afrontar colectivamente. Uno de los principales retos es el de la creación de mercados energéticos equitativos, donde los intereses económicos, y las necesidades sociales y ambientales estén en equilibrio. 

Otro desafío es la gestión de enormes volúmenes de datos energéticos. La entrada de diferentes fuentes renovables en el mix energético o la incorporación de los denominados prosumidores, consumidores que ahora también producen energía, exigen la construcción de infraestructuras digitales robustas y marcos regulatorios que garanticen la privacidad sin frenar la innovación.

Las redes eléctricas actuales también requieren una transformación. Fueron diseñadas para un sistema basado en combustibles fósiles con producción constante, no para fuentes renovables variables, como la solar y eólica. Para alcanzar el incremento del 35% de la demanda eléctrica final, como plantea el PNIEC, será necesario invertir 50.000 millones en infraestructura de redes.

Además, necesitemos desarrollar sistemas avanzados de predicción meteorológica y almacenamiento energético para gestionar las fluctuaciones en la producción energética y garantizar el suministro incluso en los horarios en los que no es posible generar energía. A esto se le suma la necesidad de expandir de forma masiva la red de puntos de recarga para vehículos eléctricos.

Superar la complejidad de este nuevo ecosistema energético que estamos creando en la transición energética requiere una coordinación eficaz entre múltiples actores: generadores tradicionales, productores de renovables, prosumidores, operadores de red y reguladores. La transición energética no es solo una cuestión tecnológica, sino también un desafío de gestión y cooperación a gran escala.

El papel de la tecnología y las soluciones innovadoras


En la senda de la transición energética, la revolución digital está transformando el sector de la energía de forma acelerada. Tecnologías como la IA, el IoT o los gemelos digitales permiten optimizar la gestión de los recursos, mejorar la eficiencia energética y, en última instancia, acelerar nuestra transición hacia una economía descarbonizada, electrificada y alineada con los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030.

En Cuerva, lo comprobamos a diario: el impacto de estas soluciones innovadoras en el sector energético es inmediato y cuantificable. Permiten optimizar el uso de cada vatio, reducir pérdidas en distribución y transmisión, y proporcionar datos precisos para tomar decisiones basadas en la evidencia. Por ello, resulta crucial impulsar y desarrollar tecnologías estratégicas como las siguientes:

  • Energías renovables y sistemas de almacenamiento. Son esenciales y la base de la transición energética. En España, por ejemplo, esperamos un récord histórico de 149 TWh de producción renovable en 2025, equivalente al 56% del mix energético. Un dato significativo, pero insuficiente. No basta con generar energía limpia; necesitamos contar con sistemas de almacenamiento avanzados que garanticen una reserva eficiente para cubrir la demanda cuando la generación renovable fluctúe. 
    El despliegue masivo de baterías, centrales hidroeléctricas reversibles y otras tecnologías de almacenamiento es lo que nos va a permitir dotar de estabilidad a la red eléctrica incluso en días nublados o sin viento. Por ello, es urgente priorizar la inversión en estas infraestructuras, ya que su desarrollo marcará el ritmo de la transición energética.
  • Sensorización e IoT. La hipersensorización de centrales hidroeléctricas y redes de distribución* es crucial. Este trabajo nos aporta la capacidad para monitorizar y controlar nuestras infraestructuras energéticas, gracias a la instalación de sensores que proporcionan datos en tiempo real, permitiendo detectar anomalías antes de que causen interrupciones. 
    *En Cuerva, por ejemplo, contamos con Gridfy, spin-off especializada en digitalización de redes eléctricas que ayuda a las distribuidoras a mejorar la planificación y optimizar el mantenimiento de sus infraestructuras. De este modo, reducen los tiempos de respuesta antes incidencias y prolongan la vida útil de sus equipos.
  • Análisis de datos e IA. Con el volumen de información que manejamos en el sector energético, el desarrollo de algoritmos avanzados para poder adaptar dinámicamente el funcionamiento de los sistemas energéticos e identificar patrones de consumo es más importante que nunca. 
    Con la tecnología Energy Cloud de ADAION, en Cuerva, integramos todos los datos de la red en una única plataforma, independientemente de sus protocolos, lo que facilita su visualización y el análisis integral. Esta capacidad para interactuar con millones de datos en tiempo real nos permite planificar, operar y mantener las redes de distribución con una eficiencia sin precedentes, reduciendo costes y minimizando el impacto ambiental.
  • Edge Computing. Esta tecnología nos ayuda a mejorar la eficiencia y resiliencia de las redes eléctricas al procesar datos directamente donde se generan y analizar información crítica en el borde de la red. Gracias a ello, detectamos problemas, predecimos fallos y tomamos decisiones instantáneas, sin necesidad de transmitir grandes volúmenes de datos a una nube central. Al reducir la latencia, agilizamos la gestión de microrredes y damos respuestas más rápidas ante contingencias en la red de distribución.
  • Gemelos digitales. Estas representaciones virtuales de activos físicos nos permiten simular y analizar el comportamiento de infraestructuras energéticas con una precisión milimétrica. En Cuerva, los utilizamos para modelar instalaciones y redes de distribución. Además, nos ayudan a predecir el impacto que tendrán nuevas inversiones, así como a evaluar distintos escenarios y mejorar la eficiencia energética de las infraestructuras existentes.

Más allá del 2030, una transición para las generaciones del futuro

El camino hacia 2030 representa solo la primera fase de nuestra transformación energética global. Los objetivos que hemos trazado y que nos hemos impuesto buscan establecer las bases de un sistema sostenible y eficiente, diseñado para perdurar y beneficiar a las generaciones futuras

Para lograrlo, es fundamental actuar de inmediato. Gobiernos, empresas, comunidades e individuos debemos asumir nuestro papel en este proceso. Los beneficios de la transición energética son demasiado valiosos como para no luchar por ellos. Al impulsar las energías renovables y mejorar la eficiencia energética, no solo reducimos las emisiones contaminantes y protegemos los ecosistemas, sino que también fortalecemos nuestra seguridad e independencia energética al depender menos de los combustibles fósiles importados.

Pero aún hay más, ya que los beneficios trascienden el ámbito medioambiental. La transición energética también representa una gran oportunidad económica, con el potencial de crear millones de nuevos empleos cualificados en sectores tan variados como las energías renovables, el almacenamiento energético, las redes inteligentes, la industria o la construcción. 

Por ello, necesitamos continuar trabajando, avanzando, innovando y colaborando para cumplir con la meta 7.3 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que busca duplicar la tasa mundial de mejora de la eficiencia energética. La cooperación entre los sectores públicos y privados es fundamental para impulsar un crecimiento inclusivo que reduzca desigualdades en este ámbito. Administraciones públicas, bancos, fondos de inversión, empresas y ciudadanía tenemos la responsabilidad de reorientar nuestros recursos hacia soluciones que aceleren la descarbonización de la economía. 

En Cuerva, conscientes de esta realidad, reafirmamos cada día nuestro compromiso con la transición energética para lograr un futuro más sostenible, dentro del marco de la Agenda 2030, de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y del Pacto Verde Europeo. Sabemos que este desafío requiere un esfuerzo conjunto y la adopción de soluciones innovadoras que integren digitalización y sostenibilidad, y nuestro trabajo refleja esta convicción: desde el desarrollo de redes inteligentes hasta la implementación de tecnologías avanzadas que maximizan la eficiencia energética.

Cada decisión que tomamos sobre producción, distribución y consumo de energía tiene un impacto directo en la vida de miles de personas y en la salud de nuestro planeta, y tú, ¿quieres unirte a este movimiento global por un futuro energético limpio, accesible y justo?Contacta con nosotros y descubre cómo juntos podemos construir un legado energético que las futuras generaciones recibirán con orgullo y gratitud.

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Sobre el autor

Susana Sánchez, Técnica de Calidad y Medio Ambiente de SGS en Cuerva
Licenciada en Ciencias Ambientales por la Universidad de Granada, con más de 18 años de experiencia en la gestión integrada de calidad, medio ambiente y energía en sector de la ingeniería civil y edificación. Actualmente aplica estos conocimientos en el desarrollo de un sistema certificado de gestión cuya finalidad es la sostenibilidad, eficiencia energética y cumplimiento con la normativa vigente de los procesos y procedimientos en la empresa.

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