V2G, conduciendo hacia un futuro sostenible
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El tráfico por carretera genera más del 60% de las emisiones de CO2 de todo el sector del transporte y alrededor del 16% de las emisiones globales, según datos del Ministerio de Transición Ecológica. De ahí la importancia de apostar por una movilidad eléctrica que, a su vez, sea capaz de integrar las energías renovables en el modelo energético de un país y acelere la transición energética.
Para ello, los vehículos eléctricos deben dar un nuevo paso, dejar de ser contemplados como meros consumidores de energías verdes que no contaminan, y transformarse en “baterías con ruedas” con capacidad para almacenar e inyectar energía a la red cuando estén parados.
Esto es algo que ya es posible gracias a la tecnología V2G (del inglés, Vehicle-to-Grid), una opción que, si tenemos en cuenta que un vehículo permanece alrededor de un 90% de su vida útil parado, está llamada a mejorar y beneficiar el rendimiento de la red, a la vez que los conductores amortizan el coste de sus coches eléctricos.
Cómo la movilidad eléctrica aprovecha toda la capacidad de las energías renovables
El cambio climático es, probablemente, el mayor desafío que vivimos como especie: olas de calor, sequías, inundaciones, DANA, tornados, nevadas, etc. Los fenómenos meteorológicos extremos son cada vez más frecuentes en todo el planeta. Sin ir más lejos, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) ya ha advertido que los desastres relacionados con el clima se han multiplicado por cinco en los últimos 50 años.
En este contexto de calentamiento global, la apuesta por la descarbonización es esencial para conseguir un futuro más sostenible. Conseguirlo dependerá inexorablemente de la capacidad que tengamos de integrar las energías renovables en nuestro modelo energético, dominado hoy en día por los combustibles fósiles. Ninguna industria escapa a esta necesidad. Y el sector del transporte por carretera es uno de los más contaminantes.
Causante de cerca del 16% del total de las emisiones globales de CO2 en el mundo, la descarbonización mediante vehículos eléctricos y otras tecnologías de cero emisiones supone una gran oportunidad para lograr los objetivos climáticos de la transición energética. Tanto es así que el Parlamento Europeo ha establecido su hoja de ruta para prohibir los coches de combustión en 2040 e impedir que los fabricantes vendan coches nuevos con motor de diésel, gasolina o híbrido a partir del año 2035.
España, alineada con esta visión, está apostando por la movilidad eléctrica y se ha puesto el objetivo de alcanzar los cinco millones de vehículos eléctricos rodando por las carreteras al final de esta década, así como instalar una red de 340.000 puntos de recarga eléctrica pública. Esto, que reducirá las emisiones de gases de efecto invernadero, podría ser insuficiente a la hora de aprovechar toda la capacidad de las energías renovables existentes.
Y es que, a día de hoy, y con el desarrollo tecnológico actual, ¿pueden los coches eléctricos ser contemplados únicamente como consumidores de energías limpias? ¿Es posible convertir los vehículos en almacenadores y suministradores de energía? ¿Pueden transformarse en baterías móviles que inyectan su energía sobrante a la red cuando sea necesario? La respuesta es sí, gracias a la tecnología V2G.
¿Qué es la tecnología V2G (Vehicle-to-Grid)?
El término V2G (Vehicle-to-Grid) hace referencia a la tecnología que posibilita la conexión bidireccional entre los vehículos y la red eléctrica, permitiendo que sus baterías, además de cargarse, sean capaces también de suministrar electricidad procedentes de las energías renovables a la red cuando sea necesario.
Al contrario que la tecnología V2L (Vehicle-to-Load), que solo permite la descarga unidireccional de la batería del vehículo hacia otra carga o dispositivo, esta innovación cambia la visión de la movilidad tal y como la conocemos en la actualidad al convertir los vehículos eléctricos en almacenadores de energía móviles que pueden inyectar energía a la red eléctrica cuando sea necesario.
En 2022, España multiplicó por diez la electricidad renovable desaprovechada, porque la producción fue mayor que el consumo y existe una escasa capacidad de almacenamiento. ¿Imaginas tener millones de baterías de coches almacenando energía renovable que pueden proveer a la red eléctrica cuando sea necesario? Lo cierto es que podemos dejar de fantasear porque, aunque sea a muy pequeña escala todavía, es posible a día de hoy.
Sin duda, esto implica muchos beneficios tanto para los operadores de la red eléctrica como para los propietarios de los vehículos con V2G, quienes pueden conseguir unos ingresos extra al vender su energía o, incluso, ahorrar dinero en su factura energética al suministrar directamente la energía en sus viviendas durante las horas del día en las que el precio de la luz sea más caro.
Nuevas oportunidades para la gestión eficiente de la energía
En cuanto a la gestión de las energías renovables, la sostenibilidad y el rendimiento de la red eléctrica, la tecnología bidireccional V2G en los coches eléctricos ofrece nuevas oportunidades a la hora de gestionar eficientemente la energía:
- Integración de las energías renovables en la red. El vehículo eléctrico puede almacenar la energía generada durante los momentos de alta producción e inyectarla nuevamente en la red cuando la demanda es alta o la generación renovable es baja. Esto equilibra la oferta y la demanda de energía.
- Estabilización de la red eléctrica. Contar con el apoyo de las baterías de los vehículos permitiría a los operadores ofrecer energía cuando se producen incidencias como apagones o hay picos en la demanda, ayudando a estabilizar la red eléctrica, evitar cortes de suministro y tener que recurrir a los combustibles fósiles.
- Acceso a mejores precios. Utilizar la energía almacenada en las baterías de los vehículos cuando el precio de la energía eléctrica es más cara contribuye a reducir la factura energética de los consumidores.
- Modelo descentralizado y distribuido. El uso de los vehículos eléctricos para inyectar energía a la red promueve un modelo energético definido, que se conoce como “las 4D” (Descarbonizado, Descentralizado, Democratizado y Digitalizado), en el que, como sucede con las instalaciones de autoconsumo a escala local, las baterías almacenan energía renovable y la suministran a la red cuando sea posible y necesario. De este modo, los propietarios de los vehículos se convierten en agentes activos en el suministro y consumo de la energía.
Los consumidores sacan el máximo provecho a su vehículo
Teniendo en cuenta que, a lo largo de su vida útil, un coche está parado alrededor del 90% del tiempo, los propietarios de vehículos con carga bidireccional podrían sacarle el máximo rendimiento.
Estos tendrían la opción de vender a las energéticas o suministrar energía directamente a su vivienda privada, lo que les ahorraría el coste de comprar una batería de respaldo y les permitiría utilizar energía almacenada durante las horas con el coste de energía más alto.
Asimismo, las empresas con vehículos con V2G y con una instalación de autoconsumo en sus instalaciones (ligadas a una smart grid), con ayuda de la inteligencia artificial, podrían elegir de manera automática la tarifa horaria más barata para recargar la batería del coche o, en combinación con una instalación de autoconsumo, su momento de mayor producción fotovoltaica. Esto les evitaría utilizar la energía de la red cuando hubiera coches parados.
Un ejemplo de esto lo podemos encontrar en un barrio de la ciudad de Utrecht (Países Bajos) que ha puesto en marcha una iniciativa basada en la tecnología bidireccional V2G. Han implementado un servicio de coches eléctricos compartidos que serán utilizados, tanto para la producción de energía como para su posterior suministro a la red, en las horas de consumo elevado de energía en la ciudad.
Y es que, a través del V2G, los vehículos eléctricos pueden convertirse en agentes activos de la transición energética, proporcionando una enorme capacidad de almacenamiento de energía distribuida y haciendo la red más robusta y flexible.
V2G: un futuro de nuevas oportunidades
Si bien es algo incipiente todavía, ya que son pocos los vehículos que incorporan esta innovación, las previsiones apuntan a que en menos de una década esta tecnología se consolidará en los países más avanzados en el ámbito de la movilidad eléctrica y redes inteligentes, integrándose en las políticas de transición energética nacionales.
Según el libro de Lance Noel Vehicle-to-Grid. A Sociotechnical Transition Beyond Electric Mobility, el mercado mundial de la tecnología V2G alcanzará los 17.270 millones de dólares en 2027, impactando en la vida de los ciudadanos, en las empresas y en la forma en la que nos relacionamos unos con otros.
¿Llegará un día en el que las personas paguemos con la energía de nuestros coches en los comercios? ¿Estarán las tiendas equipadas con terminales de pago compatibles con V2G que se conectan directamente al coche eléctrico del cliente? ¿Surgirán nuevos modelos de negocio en los que las empresas actúen como intermediarios proporcionando “créditos de energía” a los dueños de coches eléctricos a cambio de gestionar el uso de sus baterías?
Aprovechar el potencial de almacenamiento móvil del V2G será clave para impulsar la movilidad sostenible, pero convertir los vehículos eléctricos en activos energéticos integrados en la red implica desafíos técnicos y regulatorios. Si somos conscientes de la importancia que tiene superar estos retos y aprovechamos la tecnología a nuestro alcance (y la que está por llegar), conseguiremos la simbiosis perfecta entre movilidad eléctrica y energías renovables.