Agrovoltaica: agricultura y energía solar para un futuro sostenible



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La competencia por disponer de grandes extensiones de terreno para producir alimentos y energía ha dado lugar a la agrovoltaica, una solución innovadora y sostenible que combina energía fotovoltaica con agricultura
La población mundial aumentará en 10.000 millones para 2050, y en España, la previsión es que crezca en un millón hasta alcanzar los 49,07 millones de personas. Estas previsiones auguran un futuro ligado a una mayor demanda alimentaria y energética, dos industrias que, aunque parezcan distintas, enfrentan desafíos comunes derivados del cambio climático y del crecimiento poblacional. ¿Cómo pueden unirse agricultura, ganadería y energía para responder a estas necesidades? La clave está en el suelo .
La expansión de las energías renovables exige amplias superficies de terreno, mientras que el cambio climático reduce las tierras disponibles para el sector primario, generando una competencia creciente por el espacio. Ante este reto, surge la agrovoltaica, una solución que combina la producción agrícola con la energía fotovoltaica en una misma superficie, optimizando el uso del suelo y garantizando tanto alimentos como energía para el futuro.
¿Qué es la agrovoltaica?
La agrovoltaica —también conocida como agrofotovoltaica— es una tecnología que combina la producción de energía solar con la actividad agrícola en un mismo terreno. En lugar de destinar una parcela exclusivamente a paneles solares, el modelo agrovoltaico integra los módulos fotovoltaicos sobre los cultivos, de manera que la tierra produce alimentos y energía al mismo tiempo.
Esta solución surge como respuesta a uno de los grandes retos del sector energético y agrícola actual: optimizar el uso del suelo y aumentar la eficiencia de los recursos sin comprometer la productividad.
Aunque los orígenes de la agricultura agrovoltaica se remontan a 1981, cuando los alemanes Armin Zastrow y Adolf Goetzberger, fundador del Instituto Fraunhofer para Sistemas de Energía Solar (ISE), dieron sus primeros pasos, ha sido Christophe Dupraz quien ha popularizado este concepto en la última década gracias a sus estudios de rendimiento en los que ha demostrado las ventajas de esta tecnología.
¿Cómo funciona la energía agrovoltaica?
En los sistemas agrovoltaicos, los paneles solares se instalan a una altura superior a la habitual, permitiendo el paso de maquinaria agrícola y el crecimiento de los cultivos. El diseño varía según el tipo de plantación, pero suele incluir:
- Estructuras elevadas (entre 2 y 5 m) que permiten el trabajo agrícola y el desarrollo normal de los cultivos o el pastoreo bajo las placas.
- Orientación y separación ajustadas para garantizar la penetración de luz suficiente en los cultivos.
- Seguimiento solar en algunos sistemas para optimizar la generación eléctrica y minimizar la sombra prolongada.
El resultado es un equilibrio entre energía y agricultura, en el que la sombra parcial de los paneles reduce la evaporación del agua y protege los cultivos del calor extremo, mientras se produce electricidad limpia para autoconsumo o venta a la red.
¿Cuáles son los beneficios de la agrovoltaica?
La agrovoltaica no es solo un modelo sostenible: para muchas explotaciones representa una combinación de ahorro, diversificación de ingresos y mayor resiliencia frente al clima. A continuación te contamos las ventajas más interesantes para las empresas:
- Mejor aprovechamiento del suelo (más valor por hectárea). Integrar paneles y cultivo en la misma parcela incrementa la productividad total por metro cuadrado —es decir, obtienes dos fuentes de valor (alimentos y energía) del mismo terreno—. De hecho, estudios muestran que es posible alcanzar hasta un 70% de productividad de la tierra y aumentar su eficiencia hasta un 186%.
- Protección de cultivos y aumento del rendimiento agrícola. La sombra controlada puede reducir la radiación solar excesiva y mejorar la calidad del fruto en cultivos. Según algunos informes muestran incrementos de rendimiento en cultivos específicos y mejoras en calidad nutricional. La agrovoltaica, incluso, puede convertirse en una opción que, a gran escala, pueda superar las crisis alimentaria, convirtiéndose en una herramienta prometedora para la producción de electricidad y alimentos.
- Reducción del consumo de agua y mejora de la eficiencia hídrica. Los paneles solares utilizados en la agrovoltaica reducen la evaporación de agua disponible (huella hídrica) y aumenta la humedad del suelo, gracias a la sombra que proporcionan, lo que mantiene un nivel de agua óptimo para el cultivo. De este modo, también puede ayudar a que los cultivos crezcan en zonas con climas secos, cálidos y con altos niveles de radiación solar, condiciones en las que de otro modo no crecerían.
- Mejora del medioambiente. Al tener que utilizar menos plásticos ―incluso suprimirlos― en los invernaderos, se mejora el ecosistema y el impacto ambiental al reducir la filtración de este material al suelo. Asimismo, la agrovoltaica minimiza la utilización de pesticidas y herbicidas.
- Ahorro en costes energéticos. Los paneles fotovoltaicos dan a los agricultores y ganaderos una mayor independencia energética al disminuir el consumo de combustibles fósiles en la generación de energía en bombas para riego, iluminación de invernaderos o plantaciones. Además de reducir la huella de carbono, reducen sus gastos con una fuente de energía barata y ayudan a construir un sistema energético descentralizado y resiliente.
- Diversificación de ingresos y retorno económico. Por si todo esto no fuera suficiente, también puede suponer una fuente complementaria de ingresos para agricultores y ganaderos al tener la opción de vender la energía sobrante a la red. Unas ventajas que, en conjunto y según diferentes estudios, se traducen en un incremento del 30% del valor económico de las explotaciones.
Desafíos de la agrovoltaica a superar para que sea un éxito
La instalación de paneles solares en terrenos agrícolas puede limitar la disponibilidad de tierras para la agricultura. De ahí la importancia de encontrar un balance adecuado entre la generación de energía solar y la producción de alimentos para evitar la competencia por el uso de la tierra. Por ello, como sucede con todas las nuevas tecnologías, la agrovoltaica presenta algunos desafíos que debemos tener en cuenta a la hora de implementarla y poder convertirla en una solución escalable de forma masiva:
- Normativa y regulación. España, por ejemplo, carece de una normativa específica, a diferencia de otros países como Alemania, Francia o Italia, donde llevan tiempo trabajando en este tipo de instalaciones. Esta ausencia regulatoria dificulta los proyectos de agrovoltaica al generar incertidumbre tanto entre inversores como entre los agricultores.
- Equilibrio entre generación de energía y producción de alimentos. Los proyectos deben garantizar que los cultivos no se vean afectados negativamente por las instalaciones solares. Tanto si en la superficie existen cultivos previamente como si no lo estaban, el diseño debe contemplar cuáles son los sistemas más adecuados para coexistir con las instalaciones solares. En Alemania, por ejemplo, está establecido que el rendimiento obtenido por la agricultura debe ser superior al obtenido por generación de electricidad.
- Costes iniciales elevados. La inversión en los sistemas agrovoltaicos es significativa y más elevada que los tradicionales paneles solares. A este capital inicial, hay que sumar los propios costes de mantenimiento y cuidado para garantizar la eficiencia de las placas. Este esfuerzo adicional puede representar un freno para los agricultores que deseen adoptar esta tecnología.
- Impacto ambiental. Aunque la agrovoltaica es una forma de generar energía de forma sostenible, su implementación puede tener un impacto en el medioambiente y afectar los ecosistemas locales y la biodiversidad. Por ello, es importante realizar estudios de impacto ambiental y tomar medidas adecuadas para minimizar cualquier huella negativa. La colaboración entre diferentes perfiles profesionales, como agrónomos o zootécnicos, según la actividad agrícola, como ya exigen en otros países, es imprescindible.
La importancia de una buena planificación
Para conseguir todos estos beneficios, un buen proyecto es esencial. ¿Es posible combinar agricultura y fotovoltaica en todos los tipos de suelo? ¿Qué impacto medioambiental tienen las propias infraestructuras solares en el entorno? ¿Son mayores las ventajas o los perjuicios de un proyecto de agrovoltaica? Y, una vez que decidimos apostar por ella, ¿dónde instalamos estos sistemas? ¿En altura sobre el suelo o entre cultivos? ¿En los invernaderos?
La versatilidad de la agrovoltaica permite integrarla en una amplia variedad de suelos y actividades agropecuarias con una planificación adecuada. Es viable tanto en explotaciones agrícolas como ganaderas ya existentes o en terrenos donde no había una actividad previa. De hecho, existen diferentes iniciativas para construir grandes plantas fotovoltaicas que van a aprovechar el terreno adquirido para generar energía y alimentos al mismo tiempo. Ya sea para el cultivo de frutas u hortalizas, o para el pastoreo o la producción de forraje, estos suelos pueden sumar instalaciones agrovoltaicas para generar energía solar al unísono.
Sin embargo, no existe una receta universal. Cada proyecto requiere de un análisis individual que dependerá de factores como el tipo de suelo y sus propiedades, la disponibilidad de luz solar, la topografía o las necesidades específicas de las actividades agropecuarias. A las propiedades del suelo, también habrá que sumar la oferta hídrica disponible, el sistema de riego existente o las posibilidades de conexión con la red eléctrica.
Es imprescindible la participación de diferentes perfiles profesionales para conseguir un diagnóstico integral que va a determinar la viabilidad técnica y ambiental para, posteriormente, seleccionar el modelo de instalación más adecuado.
En la actualidad, los módulos solares utilizados para la agrovoltaica suelen colocarse de tres formas diferentes: en espacios entre cultivos, sobre pilotes encima de los cultivos y en invernaderos, como elementos de sombreado y climatización. De todos los anteriores, los colocados en altura ofrecen más opciones a los propietarios de las explotaciones, ya que el espacio que queda debajo de las estructuras (habría que pensar en la altura de la maquinaria agrícola) se dedicaría a los propios cultivos o al pastoreo de animales.
En función del contexto agrario, los responsables técnicos del proyecto generarían las sinergias adecuadas entre agricultura y energía solar fotovoltaica, decidiendo el uso más adecuado de los paneles solares. Proteger los cultivos de fenómenos climáticos, dejar espacio para el pasto de ganado en los terrenos no cultivables e, incluso, utilizar la energía generada para producir agua tanto para cultivos como para consumo humano en las zonas costeras son algunas de las aplicaciones prácticas posibles.
Uso y aplicaciones de la energía agrovoltaica
La agrovoltaica está transformando la forma en que el sector primario produce y gestiona la energía. Ya no se trata solo de cultivar alimentos, sino también de cultivar energía limpia. Su versatilidad permite integrar sistemas fotovoltaicos en distintos tipos de explotaciones y actividades, adaptándose a las necesidades de cada empresa agrícola o ganadera. Estas son algunas de las aplicaciones de esta tecnología:
- Agricultura de regadío: Uno de los usos más extendidos de la agrovoltaica es la alimentación de sistemas de riego. Los paneles solares generan electricidad que se utiliza para el bombeo de agua subterránea, sistemas de fertirrigación o control de válvulas automatizadas.
- Electricidad y pastos para el ganado. En granjas, los sistemas agrovoltaicos permiten alimentar sistemas de ventilación, iluminación, bombeo de agua y refrigeración, especialmente en zonas rurales con alto coste energético. Además, las estructuras fotovoltaicas proporcionan sombra para el ganado, reduciendo el estrés térmico y mejorando la productividad.
- Cultivos hortícolas y frutales. La agrovoltaica se adapta especialmente bien a cultivos sensibles a la radiación directa como tomates, fresas, pimientos o uvas. Las estructuras fotovoltaicas semitransparentes o elevadas permiten regular la cantidad de luz y crear un microclima más estable, lo que reduce la evaporación y mejora la calidad de los frutos.
Invernaderos solares (optimización del espacio y autoconsumo). En zonas con limitaciones de suelo, los invernaderos agrovoltaicos son una solución doblemente eficiente: generan energía y, al mismo tiempo, mantienen las condiciones óptimas de cultivo. - Infraestructuras rurales y transformación agroindustrial. Además de la producción directa, la energía agrovoltaica también se emplea en procesos de transformación, refrigeración y almacenamiento. Empresas agroalimentarias utilizan parte de la energía generada para sus plantas de envasado, secaderos o cámaras frigoríficas. Esto reduce el consumo eléctrico de la red y mejora la competitividad, principalmente por el aumento de precios de la energía, en concreto, la electricidad industrial es un 20 % más cara en España respecto al año pasado.
La implicación del mundo rural en la transición energética
El mundo rural y el sector agrícola juegan un papel esencial en la transición energética que vive el planeta. Teniendo en cuenta que las actividades agrarias representan aproximadamente el 30 % del total de las emisiones de gases de efecto invernadero debido, sobre todo, al uso de fertilizantes químicos, plaguicidas y desechos animales, la agrovoltaica tiene el potencial de generar un impacto positivo tanto en las comunidades locales como en el resto del planeta.
En el ámbito más cercano, la apuesta por esta nueva forma de producir promueve la creación de empleo, contribuye al asentamiento de la población y mejora la seguridad energética de las zonas rurales. El desarrollo, como hemos dicho antes, de un modelo energético descentralizado y distribuido aumenta la resiliencia energética frente al cambio climático, pero también impulsa la adopción de prácticas agrícolas sostenibles, permitiendo incluso la recuperación de cultivos y fomentando, en definitiva, el desarrollo rural.
Con la puesta en marcha de una comunidad energética local (CEL), los sistemas agrovoltaicos podrían reducir los costes de producir energía al aprovechar el espacio ya disponible sin tener que adquirir nuevos terrenos, aumentando, como hemos visto, la eficiencia de los cultivos y mejorando la biodiversidad del entorno.
La agrovoltaica como una solución estratégica para el futuro de las empresas agrícolas e industriales
Sin duda, la agrovoltaica es una tecnología prometedora que, donde se está introduciendo, da buenos resultados. Sin embargo, para su implantación de forma masiva, aún requiere más investigación y desarrollo tecnológico. En este sentido, la mejora de los paneles solares transparentes, la extensión de los modelos bifaciales o la utilización de los eficientes sistemas de seguimiento solar, así como la integración de sistemas de almacenamiento de energía, son algunas de las áreas que afectarán al éxito o fracaso de la agrovoltaica.
Lo que está claro es que estas tecnologías deben ayudar a la protección del paisaje y del medioambiente, y garantizar el futuro del mundo rural. En estos objetivos, la investigación académica, junto con la aplicación práctica, deberá seguir confirmando que el rendimiento de los cultivos bajo los paneles solares es positivo. Esto ayudará a concienciar a la sociedad de la idoneidad de la agrovoltaica para superar con éxito las crisis energéticas y alimentarias a las que, como ciudadanos, nos enfrentamos.
Desde Cuerva, nos fijamos el objetivo de conseguir un futuro más sostenible y respetuoso con el medioambiente. Una visión que forma parte de nuestro ADN y que nos anima a llevar energía limpia a todos los rincones, favoreciendo el progreso tanto de las comunidades rurales como de la sociedad en general y facilitando un abastecimiento energético fiable, eficaz, eficiente, sostenible y económico.
Artículo publicado el 2 de diciembre de 2023 y actualizado el 25 de noviembre de 2025.




