Cuando la luz se convierte en esperanza: La Rábita, medio siglo después de la tormenta

Hace medio siglo, el destino lanzó su furia sobre La Rábita, una pequeña joya en la costa granadina, y dejó su marca indeleble. Fue el 19 de octubre de 1973, el día en que el cielo se abrió y descargó con toda su fuerza una tormenta implacable, desencadenando una tragedia que aún resuena en los corazones de esta comunidad, dejando muy afectado también al municipio de Albuñol.

Entre el dolor y la esperanza

50 años de “la nube”, aquel día en el que murieron más de 40 personas y desaparecieron muchos de los que aún no se sabe nada.  Y además de la pérdida de vidas humanas, también lo fue material. La población perdió servicios básicos, infraestructuras y superficies agrícolas, que eran su principal medio de vida, permaneciendo incomunicada durante numerosos días por la desaparición de la carretera nacional y la que daba acceso al municipio de Albuñol.

Ideal, como periódico destacado en la provincia de Granada, hacía eco con titulares que ya anunciaban la gravedad de la situación:

— “Tormenta mortal: más de medio centenar de víctimas”

— “Luto en la región”

— “Una impresionante tromba de agua destruyó la tercera parte de la población”

— “Entre el dolor y la esperanza”

— “La Rábita, encerrada en su propia tragedia”

— “Desperfectos graves en la red viaria y en la infraestructura de las poblaciones”

— “Condolencia del papa por la tragedia en el sureste español”

— “La Rábita, empeño común en salir adelante”

— “Llevamos cuatro días cubiertos de barro”

— “Se montan las viviendas prefabricadas y se reparten ajuares y ropas al vecindario”

— “Los príncipes con el pueblo. Visitaron La Rábita, tras haber recorrido las zonas murcianas y almerienses afectadas por los temporales”

Más de medio siglo de aquel desastre, recordamos y reflexionamos sobre esta tragedia que transformó para siempre la vida de La Rábita y sus habitantes. Este artículo no es solo un recuerdo de aquel fatídico día, sino un homenaje a la resiliencia y solidaridad que emergieron de las aguas turbias. La Rábita, una vez más, se alzó contra la adversidad, y nuestra historia en esta tierra se entrelazó con la suya en un vínculo que va más allá de la electricidad que proporcionamos como distribuidora eléctrica en  la zona. Únete a nosotros mientras exploramos las huellas que el tiempo no ha podido borrar y celebramos el espíritu de comunidad con el que superamos la tragedia

Hacer llegar la energía a todos los rincones

Iluminar y mejorar la calidad de vida de nuestros pueblos. Una máxima que forma parte del ser de nuestro ser, en los buenos y no tan buenos momentos.

En el recuerdo de La Rábita persisten las huellas imborrables de las inundaciones que asolaron la región. Fue un momento desafiante que requería reconstrucción y solidaridad, en el que José Cuerva Cobo, fundador de Cuerva, lideró un esfuerzo extraordinario para restaurar la normalidad en las comunidades afectadas.

Y es que las inundaciones de hace medio siglo no solo fueron un desafío para los habitantes de las zonas afectadas, sino también para la prestación de los servicios mínimos por parte de empresas; y menudo reto teníamos por delante en Cuerva.

Cuando la tragedia golpeó, no se dudó en actuar. José Cuerva Cobo, conocido por su habilidad en establecer sólidos lazos, desplegó contactos clave para agilizar las ayudas necesarias. “Todos los operarios, movilizados desde diferentes regiones, se unieron al esfuerzo, deteniendo temporalmente otras actividades para centrarse en la reconstrucción de las zonas afectadas” nos cuenta nuestro compañero Manuel Muñoz, Operario de Cuerva, recordando las vivencias de su padre como trabajador de Cuerva en la época. Y es que la recuperación del servicio eléctrico fue costosa y llevó tiempo. “Durante más de cuatro meses, toda la empresa estuvimos en el corazón de la reconstrucción, supervisando la reinstalación completa de líneas y centros que la tormenta había destruido por completo” declaraba.

La dedicación para reconstruir desde cero no solo era una tarea técnica, sino un acto de solidaridad y compromiso con la comunidad, de estar al lado de nuestros pueblos, para garantizar un suministro eléctrico de calidad y seguro a hogares y negocios de la zona.

Una historia que se repite

En 2018, otra nube amenazante oscureció el horizonte, pero esta vez, con la experiencia previa y el compromiso inquebrantable, enfrentamos la adversidad con determinación.

En esta ocasión, dos Centros de Transformación fueron afectados. CTI Patricio y CTC La Cagona requiriendo reparaciones urgentes. La tragedia tocó nuevamente con la pérdida de vidas humanas, recordándonos la fragilidad de la existencia.

En La Rábita, escribimos una historia de superación que va más allá de la reconstrucción de cables y estructuras. Fue un testimonio tangible de nuestra conexión intrínseca con las comunidades que servimos. En esos meses, no solo éramos operarios y técnicos; éramos vecinos, amigos y familia. Cada paso hacia la reconstrucción fue una afirmación de nuestro compromiso inquebrantable con el bienestar de aquellos a quienes tenemos el orgullo de servir.

Así, en este oscuro capítulo, Cuerva también se transformó. Nos convertimos en el reflejo de la resiliencia, la solidaridad y la capacidad de superar adversidades. Esta historia de compromiso y trabajo duro es nuestra contribución al renacer de La Rábita, una prueba viva de que tiempos de necesidad, demostramos ser más que una empresa; demostramos ser un faro de luz y un impulsor del progreso. Porque juntos, iluminamos el camino hacia un futuro mejor.